Para el profesor Luis Miguel Bermúdez, sus estudiantes no
eran unas verracas por tener hijos y seguir en la escuela. Eran niñas que
llevaban a sus hijos dentro de un cochecito al colegio Gerardo Paredes, en
Bogotá, y los dejaban en el patio para ir a recibir clases.
Esta es la historia de una de cada tres adolescentes en
Colombia: ser madre antes de cumplir 19 años. Tal destino, en la mayoría de los
casos, las obliga a desistir del colegio y las priva de oportunidades de por
vida. El embarazo adolescente, según Unicef, “está asociado con la violencia de
género en su sentido más amplio: violencia física, simbólica, psicológica y
económica”.
Así que, para cumplir con el quinto objetivo de desarrollo
sostenible (ODS), dar oportunidades a mujeres y hombres por igual, es necesario
controlar el embarazo en menores de edad. Más en África Subsahariana y en
Latinoamérica, consideradas las regiones donde se registra mayor número de
casos.
Luis Miguel Bermúdez lo advirtió hace siete años, cuando
empezó como docente de ciencias sociales en el Gerardo Paredes, un colegio del
Distrito en Suba, en medio de una plaza de mercado. Un lugar con cara de cárcel
en donde, por cada año, unos promedios de 70 niñas daban a luz.
Hoy los embarazos adolescentes desaparecieron en la
institución. ¿La razón? Un currículo de educación sexual diseñado por este
profesor, con lecciones que en lugar azuzar, enseñan respeto. Que, en lugar de tratar
los métodos anticonceptivos para evitar malas situaciones, enseñar que son para
potenciar el placer. Que en lugar de hablar de violencia, hacerla visible.
Bermúdez fue premiado el 2017 por la Fundación Compartir
como Gran Maestro.
¿Cómo ideó este exitoso currículo?
Había leído muchísimo, pero me parecía que iba por el mismo
camino que todos habían repetido. Por ese tiempo conocí a Fulanito, que estaba
en quinto. Él jugaba a saltar la soga en los recesos y los niños se
concentraban a verlo. Al año siguiente, Fulanito pasó a sexto y en su primer día
de recreo se acercó a un grupo de niñas que jugaba. Él les pidió que lo dejaran
saltar, pero ellas y los que estaban concentrados alrededor, soltaron la risa:
“Ay, severa flor, no ve que esto es un juego de niñas, ¿usted es una niña?
Cuidado se le ve la falda, qué gay”. Desde ese día lo llamaron el marica.
Ese tipo de acoso es una situación diaria en las escuelas,
¿qué fue lo determinante?
Al niño le pusieron esta etiqueta de gay y se pasó el resto
de los años tratando de quitársela. Ahí descubrí que en el cambio de primaria a
bachillerato ese miedo a que te señalen hace que los niños intenten librarse de
la discriminación a través de dos cosas: con violencia y con sexo. En octavo
Fulanito embarazó a una niña. Allí empecé a sospechar que la violencia de género y
hostigamiento por orientación sexual no solo afectan a las mujeres y a la
población LGBTI, sino que son dispositivos de control de la sociedad para
mantener los sexos, esa fue mi epifanía y la hipótesis de la tesis de mi
doctorado en educación.
¿Cómo probó su hipótesis?
Por ese entonces se había suicidado Sergio Urrego, así que
analizamos con los estudiantes de décimo y once las noticias sobre su muerte y
los comentarios de la gente. El 90 % de opiniones eran negativas. Del mismo
modo revisamos las noticias del número de embarazos adolescentes en el Distrito
y los comentarios también eran negativos. Luego les pregunté si sus papás pensaban lo mismo, y todos
lo negaron. Las niñas alegaban que sus mamás les decían que eran sus mejores
amigas, que en ellas podían confiar, otros decían que les daba terror hablar
con los padres. Así que les propuse que fueran responsables con su cuerpo para
evitar los embarazos, es decir, no que dejaran de tener relaciones, sino que
las tuvieran con un método. Les expliqué cómo hacer un diario de campo y les di
la tarea de conseguir un método anticonceptivo durante dos semanas,
registrándolo todo.
¿Qué arrojaron los resultados?
Que hay unos imaginarios culturales que impiden a los chicos
hacerse responsables de sus cuerpos. Muchas no fueron capaces de decirles a los
papás, otros ahorraron para comprar el anticonceptivo, niñas que les contaron
la tarea a las madres terminaron regañadas, las abofetearon, les dijeron que
eran unas calenturientas, unas prostitutas. El día que socializamos los
resultados, que eran anónimos, las niñas empezaron a llorar en cadena. Y hay más, no solo fue en la casa. La señora de la farmacia
les echó un sermón, una pidió la cita en un centro de salud y le dijeron que no
la atendían sin sus padres. Mientras que con los hombres encontramos que pasaba
otra cosa: el machismo.
¿Cómo explicaría esa diferencia entre géneros?
En mi contexto encontramos que hay un miedo social a que la
niña pierda su virginidad porque repite la historia de su madre y un miedo
latente a que el niño no tenga relaciones rápido porque se vuelve homosexual.
Allá, en Suba-Rincón, las familias les temen a esos dos escenarios, porque a
las mujeres las juzgan con la única función que les dan en la vida: ser madre.
El embarazo adolescente y la homosexualidad son las maneras públicas de decirle
a la sociedad que fracasó.
¿Por qué se da el embarazo adolescente?
Hay una cuestión inconsciente de las niñas de quedar
embarazadas y de aceptarlo de alguna manera, porque la cultura les dice que eso
es una tragedia, pero a la misma vez les dice que es normal. A mis niñas sus
mamás les decían que ellas querían que estudiaran, que fueran a la universidad,
que no cometieran los mismos errores que ellas habían cometido. Una vez les pregunté si las mandaban a hacer comida, si
alguna vez se les había quemado el arroz. Ellas decían que sí y que las
regañaban porque si seguían quemando el arroz no iba a conseguir marido. Y eso
no es ningún chiste, ahí meto a Sigmund Freud, ese es el horizonte de lo que tu
familia en realidad quiere de ti. El problema es que quedan en embarazo y es
doloroso para las niñas porque ya les quitan atención, las dejan salir;
mientras ellas añoran su virginidad porque las cuidaban.
¿Qué es una mujer empoderada?
Cuando mis niñas empezaron a visibilizar las violencias de
género se negaron a hacer el arroz, comenzaron los problemas en las casas,
muchas cosas de sus padres les parecieron ofensivas. Supe que se habían
empoderado cuando les empezaron a decir locas o hippies en las casas, que no
iban a conseguir marido y que por culpa de las clases de sexualidad se iban a
quedar solteronas.
Desde su experiencia, ¿cómo podría explicar el feminicidio?
Es la consecuencia de esa educación violenta que recibió el hombre,
especialmente de las mujeres. La primera formación se da en la familia y
después en la escuela, estos dos escenarios son dirigidos casi siempre
por mujeres. Durante esa época, el niño o niña aprende a ser violento.
Mis niños dicen que las cantaletas permanentes de sus mamás son más
hirientes que la pela que les da el papá, cada tanto.
Mi hipótesis sobre el feminicidio es que tú como hombre, o incluso como
mujer, devuelves toda esa violencia al crecer. Por eso Suba es una de
las localidades con mayor feminicidio en Bogotá, es un sector donde las
familias que son monoparentales, y muchas veces las mamás por soslayar
todas esas problemáticas y responsabilidades, violentan a sus hijos, lo
que hace que ellos crezcan con una figura tanto de amor como también con
una figura que tanto los ha violentado.
Usted habla de unas figuras hegemónicas, ¿cuáles son?
En las mujeres la princesa Disney, blanca, mona; entonces que la
manzanilla, que las goticas para que no se le oscurezcan los ojos. Si lo
nota, todo eso son complejos: de blanqueamiento, de violencias
coloniales. Y todos nos preocupamos así estemos bien alejados del
esteriotipo, peleamos y sufrimos por parecernos lo más posible a ese
modelo hegemónico y en ese proceso, sufrimos, nos excluimos y nos
excluyen. En la escuela esos son los principales motivos de
violencia. Ahí es donde nosotros mediamos diariamente, en cada cosa que
va apareciendo.
¿Cuál es papel de los métodos anticonceptivos en la sociedad?
Nosotros hicimos una revisión a toda la publicidad de los métodos
anticonceptivos preguntándonos por qué en Europa funcionaban.
Claro, todos los comerciales de Norteamérica y Europa son sobre el
placer, el placer, el placer. Mientras que la publicidad hecha para
Lationamérica es protégete del embarazo, y protégete de las
enfermedades, y protégete. Entendimos que nuestro enfoque no era
centrado en la prevención, que teníamos que educar a través de la
vivencia del ser humano en la sexualidad, es decir, el placer.
¿Qué es la ideología de género?
Eso desde la academía no existía. Se lo vinieron a inventaron para
tergiversar la política de equidad de género en las escuelas en contra
del plebiscito. Pero nosotros lo tomamos como algo que siempre ha
estado: si tú eres mujer debes usar vestido rosa, ser delicada,
dulce, cabello largo, ser débil y si no eres así; eres la marimacha,
eres la lesbiana.
Y si eres un hombre macho violento, debes ser desordenado, competitivo y
si no, usted es un maricón. Otra cosa es equidad de género, ni siquiera
igualdad, porque eso de igualdad es equiparar a hombres y mujeres en el
mismo lugar y eso es como aceptar que no hay diferencias. La equidad es
que tengamos la misma posición en el derecho.
¿Cómo afecta la violencia de género en las escuelas?
En la escuela esas equidades de genero se manifiestan distinto que en la
vida adulta. En la vida adulta la culpa es mucho del hombre. Y no, tú
no puedes culpar a un niño porque lo están educando de una manera
machista. De hecho, en la adolescencia sufren esa violencia por igual.
Incluso a veces en octavo la violencia de género ataca más a los
varones, por eso se vuelven más violentos. Como las niñas llegan más
rápido a la etapa de desarrollo, ellas empiezan a burlarse de sus
compañeritos: les dicen que son feos, que son inmundos, así, de una
manera mordaz. Y uno ve como el niño se desquita en décimo. No lo hace
racionalmente, pero le hace lo mismo a la mujer.
¿Por qué es tan dificil romper el status quo?
¿Por qué es tan dificil romper el status quo?
Por nuestra herencia hispano católica que puso en nuestra cultura una
crianza marianista hacia la mujer. Eso hizo una construcción de
feminidad en Latinoamérica que excluye a todas las que se salen de
nuestro estereotipo. Y en ese exclusión se refugian las violencias. Por
ejemplo, ¿cuántas veces no se les enseña a las niñas que la primera
relación sexual es sublime? ¿Y usted cree que para la mayoría de las
mujeres su primera relación sexual fue placentera? ¿con qué punto de
comparación?. No, eso es violento.
Para un hombre adulto hay más privilegios en cuanto al machismo. Sin
embargo, en la adolescencia los niños debemos pasar por violencia y
relaciones sexuales que no deseábamos. Todos creen que en la
adolescencia queremos tener relaciones sexuales y nadie sabe de las
inseguridades que tienen. Uno es inseguro, busca la relación sexual para
reforzar la hombría frente a la orientación sexual, tienen la
curiosidad, pero le temen.
Sin embargo, si un currículo oculto del machismo logró hacer toda una
sociedad machista, si alguien se propone a hacer un currículo que tenga
las mismas estrategias para acabarlo, lo puede lograr.
Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/el-profesor-que-elimino-los-embarazos-adolescentes-articulo-698385
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